Sacha inchi: un superalimento de paz en Colombia

Por Pamela Villagra | @Villagrita21
Tres días por el Putumayo son suficientes para ver que soplan aires de cambio en Colombia. Campesinos e indígenas de Villagarzón, pese a la indiferencia y abandono de las instituciones, han decidido apostar por productos como el sacha inchi para la sustitución de sus cultivos ilícitos, devolviendo la productividad al campo y la autoestima a sus habitantes.
Son 1507 familias las que han optado por el sacha Inchi, me cuenta Dorita Delgado, presidente de la Asociación de Sacha Inchi Verde Amazónico de Villagarzón. Esta endémica nuez amazónica con forma de estrella, es considerada super alimento por su alto contenido de omegas 3, 6 y 9 (superior al pescado) y es un reemplazo eficiente y atractivo a la coca, pues por la producción de una hectárea un campesino puede recibir entre $15 y $18 millones anuales, frente a los $22 millones de la coca.
Pruebo el aceite de sacha inchi elaborado por Yuli Rodríguez y su esposo, Oscar Weck, una pareja de ingenieros que tras estudiar y trabajar en Neiva, decidieron regresar a emprender al Putumayo convencidos del potencial de desarrollo agrícola de la región.
El proceso del aceite es complejo. Compran a la asociación el sacha inchi en almendra (solo la semilla, sin estrella), las que lavan y secan al sol. En una región lluviosa tarda en secar hasta tres días. Una vez seleccionadas las almendras, pasa por un proceso de descascarillado y posteriormete se prensan en frío. El aceite extraído se decanta, se filtra y se envasa. Todo este proceso lo lleva a cabo Yuli con sus dos ayudantes, Alba y Eliana. Dos mujeres madres de familia, vícimas del conflicto armado. Yuli y su equipo necesitan 15 días para producir 20 litros.
Su sabor es a fruto seco, con sutiles notas ahumadas y en nariz es dulce y terroso. Es un aceite suave y elegante. Me lo ofrecen en una vinagreta con cocona, ese lulo amazónico que puede ser facilmente la mejor fruta del mundo, sobre una tajada de cerdo al horno, y entonces alcanza nivel celestial.
En el Putumayo no se consume y escasamente se conoce en el resto de Colombia. Sin embargo, cadenas estadounidenses de comida natural como Whole Foods lo tienen en sus estanterías y tiene una gran demanda.
La fama que empieza a tener en mercados extranjeros la almendra peruana, no ha llegado al sacha inchi colombiano, por lo que los esfuerzos de tantos campesinos muchas veces se queda sin comercializar.
El Putumayo es la región con más hectáreas plantadas de sacha inchi en Colombia, un producto que transformado en aceite o en snacks, no solo constituye una joya gastronómica y nutricional, sino que genera empleo, oportunidades, ingresos y desarrollo.
El proceso de paz nos ha permitido explorar la riqueza de territorios apartados, pero no podemos quedarnos en el conocimiento sin difusión. Volver la mirada al campo implica consumo. Los restaurantes son parte fundamental del proceso. Desde ellos, se visibilizan y se ponen en valor estos productos, un aspecto fundamental para activar la cadena comercial.
Los cultivos de paz son una hermosa y sabrosa iniciativa que mejora las condiciones de vida del campesinado y promueve una economía alternativa y solidaria. La tarea es probar el aceite de sacha inchi. No solo disfrutará de un producto único, sino que ayudará a constuir la paz.