La masacre contra el vino en Colombia

La masacre contra el vino en Colombia

Por Pamela Villagra @Villagrita21

Mientras la gastronomía se consolida como una industria turística importante en el país, el vino, su aliado estratégico, sufre un ataque incomprensible.

El año pasado el DANE se inventó un modelo de certificación de precio por botella sobre el cual calcular los impuestos, soportado en unas premisas no solo cuestionables, si no absurdas, fruto del auténtico desconocimiento de la industria. 

La metodología utilizada por la entidad para certificar el valor por botella, se fijó tras un “estudio de campo” – no transparente y del que pocos detalles se conocen- en el que recogieron información de productos y precios  en restaurantes, hoteles, bares y supermercados. A partir de ahí, el DANE publicó un listado con una serie de referencias y precios sobre el cual se deben pagar tres impuestos: ad valorem, que corresponde a un 20% del valor de la botella; el impuesto al consumo y el IVA. 

Dicho en cristiano. Con la nueva metodología, un importador debe pagar sus impuestos no sobre los 35 mil pesos que cuesta su producto, sino sobre los 120 mil en que lo vende un restaurante. Esto, por supuesto, afecta mayoritariamente  a pequeños y medianos distribuidores, puesto que los grandes grupos divesifican portafolios y manejan estrategias de volumen soportados por el retail. 

La brillante idea recaudatoria ha generado el incremento impositivo, en algunos casos, de hasta un 500% más que el año anterior; o que aparezcan certificados vinos que no se venden en Colombia y, lo que es peor, referencias consolidadas no aparezcan en el sistema, siendo impedidos en las las aduanas para nacionalización y posterior venta. 

Sepa usted que los importadores de vinos en Colombia tienen un sistema de pre pago impositivo, lo que significa que una vez llegada la mercancía al puerto, deben pagar por adelantado el impuesto ad valorem, al consumo e IVA, solo así pueden comercializar su producto.

¿Cuántos y cuáles restaurantes fueron encuestados para mediar el precio? ¿Por qué a los vinos de supermercado no se les consideró también el precio de restaurante?  Esto no solo desencadena una competencia desleal entre pequeños y grandes, sino que arruina a la industria e incentiva el mercado negro.

¿Se imagina usted que al arroz se le apliquen impuestos según el precio al que vende el plato el mejor restaurante de la ciudad? Una locura que en el vino sí es posible.

Mientras escribo esta columna, decenas de importadores luchan en las aduanas de Cartagena de Indias para poder nacionalizar sus vinos y venderlos.  Otros, en tanto, están retirando su producto y bajando persiana. Son malos tiempos para el vino en Colombia. Qué Baco se apiade de nosotros.  



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