¿Dónde están los productores?

¿Dónde están los productores?

En la del Covid 19 y en otras tantas crisis, es al campo al que más se olvida.

Por Pamela Villagra @Villagrita21

Mucho hablamos del estado de las cocinas en tiempos de crisis, y poco de quiénes las hacen posible.  La realidad del campo chileno es agridulce. A su diversidad, calidad y sabor, le siguen la sequía, los problemas de distribución y el olvido.

El Ministerio de Agricultura chileno declaró a la actividad exportadora de alimentos como  “servicio esencial”,  por lo que con rapidez han adoptado protocolos de bioseguridad y han seguido un curso relativamente normal, cumpliendo con sus compromisos en mercados extranjeros y con los requerimientos de los importadores. Sin embargo, los pequeños productores, responsables de alimentar al país, no gozan del mismo estatus, y sufren de

abandono y falta de apoyos concretos.

Converso con Luis Fernández, un agricultor de Quillota que produce lúcuma y elabora harina del fruto. Es un pionero en el uso de este producto en el país (explotación que lidera Perú), y cuenta con un lúcumo ancestral de más de 100 años. Las impresionantes cualidades nutricionales del lúcumo, además sus propiedades organolépticas auspiciaban buenos resultados para Fernández. Sin embargo, el Coronavirus detuvo los planes. 

Luis se queja de un claro abandono y falta de apoyos durante esta crisis. Los programas potenciadores de agricultura campesina no han contemplado,  por ejemplo, salvoconductos para estos emprendedores agrarios que, en cuarentena, están imposibilitados de sacar sus productos de su localidad. “He tenido una clara baja en las ventas, porque además de todas las ferias y ruedas de negocio suspendidas;  no tenemos autorizaciones para, por ejemplo, distribuir en otras regiones, y claro,  los envíos por plataformas privadas no salen a cuenta”.   Actualmente, solo puede comercializar en el mercado campesino de Quillota, lo que es insuficiente.

Los productores de carne de vacuno nacional tampoco lo tienen mejor. Gustavo Martineau, coordinador de grupos de transferencia tecnológica de la Fundación GTT, habla de una crisis importante por la baja del precio de la crianza (terneros) a raíz de la sequía, que aumentó la oferta por falta de alimento (pasto) y, luego, el coronavirus  que mermó la cantidad de faena en los mataderos, produciendo un sobre stock de animales grandes.  “Los engorderos dejaron de comprar terneros, están sobrestoqueados, generando un importante quiebre en la cadena comercializadora”, afirma.

Agrega, además, que los productores de carne premium han visto bajas considerables en sus ventas, dado que además competir –sin mucha equidad- con carnes importadas, trabajaban con restaurantes que, ante la crisis sanitaria, dejaron de operar y, por tanto de comprar.

En tiempos del Covid se ponen de manifiesto los problemas en la distribución, la sequía y el eterno dilema de consumo local, prefiriendo siempre, o casi siempre lo foráneo,  que afecta al primer y más importante eslabón de la cadena productiva: el campesino.

La política alimentaria nacional siempre ha favorecido al exportador y no al pequeño productor. Tanto así que la directora nacional de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa), María Emilia Undurraga, acaba de afirmar en una entrevista que  “cuando hablamos de alimentación, no  debemos fijarnos en las producciones locales, sino en la capacidad del país de mantener sus relaciones internacionales para dar estabilidad a los flujos de alimentos que vienen desde afuera”. Los esfuerzos y apoyos, por tanto, siguen estando en la importación o en las grandes corporaciones nacionales de exportación,  y no en diversificar nuestros cultivos, apoyando al pequeño productor.  Triste pero cierto.

Mirar al pequeño productor con cariño y como sector productivo clave, rentable y ambicioso es fundamental para asegurar nuestra seguridad y soberanía alimentaria. Algo que a la luz de las intenciones del Servicio Agrícola Ganadero de permitir el uso de semillas transgénicas en Chile, estamos lejos de conseguir.

Resulta obligatorio volver la mirada a la tierra, porque recuperando la conexión campo-ciudad no solo se mitiga la desigualdad social, si no que se reduce la huella ambiental, aumenta la economía doméstica, se genera apropiación territorial y desarrollo social.  El futuro será local, o no será.

Pamela Villagra, periodista gastronómica. Editora de la Guía Gastronómica de Bogotá y fundadora de Gastromujeres Colombia. @rubiecita21



Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *