Coca no es cocaína

“La coca, como representación de la energía y la fuerza femenina, endulza el pensamiento, el corazón, el espíritu de quienes la mambean. En Colombia hay mambeólogos, y como disciplina, la mambeología es originaria y auténtica; es un arte de conexión espiritual que encierra el espíritu mágico de Ati Seynekun (Madre Naturaleza”.
Por Pamela Villagra @Rubiecita21 en instagram
La hoja de coca ha sido esencial para el desarrollo de la vida andina desde Colombia hasta el norte de Chile. Es una planta versátil, llena de nutrientes y ventajas que, el hombre, ha prostituido.
Hemos denigrado una planta sagrada y ancestral, reduciéndola a una droga, estigmatizando su adn, confinándola al destierro. Así somos y así nos va.
Pero confundir la hoja con la droga es un error arraigado en la sociedad occicental, que hay que combatir y esclarecer.
Para eso, hace unos meses la Open Society, en apoyo del Sena, la fundación Tierra de Paz y la comunidad de Lerma en el municipio de Bolívar en el Cauca, convocaron a un grupo de investigadores, periodistas, cocineros y docentes parar compartir conocimiento en torno a una planta que, desde la gastronomía, puede recuperar su valor histórico cultural. Y su prestigio.
Mónica Ríos, directora de Lab Gato Dumas, el area de i+d de la academia gastronómica Gato Dumas Colombia, fue parte de esa expedición. Y tras el conocimiento adquirido en Lerma ha lanzado un proyecto en conjunto con sus estudiantes para explorar alternativas alimentarias en torno al uso de la hoja de coca.
Harina, aceite, helados, chocolate verde (que incorpora hoja de coca en distintos porcentaje) son solo algunas de las propuestas desarrolladas por este grupo de innovadores, convencidos del potencial de esta planta endémica. “Nuestra intención es mostrar y hacer ver la coca como un ingrediente con potencial gigantesco en gastronomía, que alimenta y reconcilia. Todos nuestros desarrollos y recetas las queremos compartir. Sí hay emprendimientos o empresas interesadas en aprovechar comercialmente estos hallazgos sería el mejor logro”, dice Mónica Ríos.
Existen alrededor de 170 mil hectáreas sembradas con coca en el territorio colombiano, el mayor país productor. Y alrededor de 123 mil familias viven de este cultivo. El reemplazo de cultivo no resolverá el problema. Tampoco el glifosato. No hay que desaparecer la hoja, hay que comérsla.